Por Eduardo L. Fracchia
La reciente visita de Dilma Rousseff ha vuelto a despertar el interés por Brasil, nuestro principal socio comercial. Comienza un tercer período de mucha expectativa en el cual pareciera que Brasil va a seguir con el "rumbo chileno" que inició Fernando Henrique Cardoso cuando, como Ministro de Economía, lanzó el Plan Real en 1994.
La idea de estas líneas es establecer una comparación entre diversos indicadores económicos y sociales de Brasil y de Argentina aunque sabemos que por razones de tamaño nuestro país será siempre marginal en importancia geopolítica y estratégica. Brasil por riqueza generada es hoy la séptima economía del mundo con un PBI per cápita menor al argentino.
A Brasil le fue muy bien entre 1950 y 1980, fue la época del denominado milagro brasileño. Seguramente la alta inflación y el proteccionismo redujeron su tasa de crecimiento.
Las economías de Brasil y Argentina han tenido un desempeño pobre desde el advenimiento de la democracia a principios de los 80 pero han dejado de perder participación relativa en el producto mundial desde 1990 gracias a la mayor apertura y a la reducción de la inflación.
El período de mayor atractividad en la historia contemporánea de Brasil es el que corresponde al gobierno de Lula. La tasa de crecimiento promedio en Brasil desde 2003 fue del 4% mientras en los años del kirchnerismo se creció con viento de cola similar, pero con fuerte rebote saliendo de una larga recesión que Brasil nunca tuvo, al 7 % anual.
Cuadro 2.2: Crecimiento del PBI
Con una perspectiva de largo plazo que mira hacia la sustentabilidad Brasil luce más sólido por ser grado de inversión desde 2008, por haber sorteado la reestructuración de deuda que era inminente hace unos años, por la estabilidad monetaria después de ser la economía más inflacionaria de la posguerra junto a Argentina y por ser el emergente más promisorio. El indicador de competitividad del WEF (World Economic Forum) registra en parte estos factores y Brasil está 30 puestos mejor que Argentina en una muestra de 140 países. Es un caso de mejora sistemática de la competitividad en la región, análogo al de Perú y de Chile.
Vamos entonces a la comparación de otros indicadores que muestran ciertas coincidencias entre estos dos países. Ambas economías crecerán en 2011 aproximadamente 5.5% lideradas básicamente por el consumo. Ambas crecieron 7.5% en 2010. Las exportaciones no explican en ninguno de los dos países el crecimiento del ingreso. No dejan de ser aún economías semicerradas. Brasil representa solo el 1% de las exportaciones mundiales. La inversión es mediocre en ambas economías. Argentina supera la tasa de inversión de Brasil en dos puntos. Brasil estará en 2011 en 20% de inversión respecto al PBI. La inversión externa directa es diferencial ya que Brasil está captando montos significativos de 30.000 millones de dólares muy superiores a los 4.000 que recibirá nuestro país este año.
La mayor competitividad de Brasil se refleja en las exportaciones que en 2011 llegarán a 230 mil millones de dólares muy superiores a los 70 mil millones de nuestro país. Si se establece la comparación respecto al PIB hay mayor coincidencia. En ambos países las exportaciones están creciendo a pesar del tipo de cambio retrasado. Tanto en Argentina como en Brasil sería deseable una corrección cambiaria aunque en Brasil es más urgente por tener la cuenta corriente negativa a diferencia de la Argentina que en los últimos ocho años ha sido superavitaria. El retraso cambiario en ambos países se compensa por los precios internacionales asociados al agro.
Es de destacar que ambos países despreciaron en cierto momento la producción primaria pero resultó clave la "bendición" de los recursos naturales. La frontera agraria en Brasil aún está lejos, se utilizan 40 millones de hectáreas que parecen pocas comparadas con las 30 en producción de Argentina.
En el frente fiscal ambos países tienen un déficit que bien medido, sin contabilizar partidas extraordinarias, es de 2 puntos del PIB hacia 2011. Brasil siempre se caracterizó por un importante superávit primario equivalente al de los años de Lavagna que en 2011 bien registrado será cercano a cero. La estructura del gasto público se ha vuelto muy sesgada a lo social en ambos países. El programa universal tipo Bolsa Escola o Bolsa Familia se ha replicado en Argentina en el importante esfuerzo fiscal materializado en la asignación universal por hijo que llega a 4 millones de niños argentinos.
La estructura tributaria para financiar en ambos países un gasto estatal muy significativo, es la más alta de la región. En el caso de Argentina el gasto público es 42% del PIB a nivel consolidado. En Brasil la presión tributaria alcanza 38% del PIB y en Argentina 5 puntos menos.
En el plano social Argentina tiene el mismo nivel de desempleo y de pobreza que Brasil, 7% y 25% respectivamente aunque la metodología para la medición de la pobreza no es equivalente. Brasil bajo Lula redujo la pobreza de modo significativo. También durante el kirchnerismo la pobreza retrocedió, cayendo desde un nivel récord del 53% en nuestra Gran Depresión. En ambos países cuesta más reducirla al nivel instalado ya que se ha llegado a la zona núcleo de la pobreza estructural con mucha inercia cultural para reducirla. En este nivel de pobreza es clave el gasto en salud y en educación. Consideremos que dada la inflación de Argentina que para ser consistentes con el programa monetario del BCRA del 2011 habría que estimar en 35% anual es aún más difícil combatir la pobreza. A este factor se le suma la elevada informalidad laboral como elemento presente en ambas economías.
En lo referente a distribución del ingreso Brasil es de lo peor del mundo, está en la posición 11 siendo 1 el país más regresivo. Si comparamos el 10% de la población con más ingreso respecto al 10% de menor renta nos da 70 veces para Brasil y 35 para Argentina. Pero otra vez "la película" es distinta. Brasil mejoró en los últimos 30 años y Argentina es un caso líder de deterioro de la distribución del ingreso.
Como hemos visto hay ciertas semejanzas con Brasil. La foto es bastante coincidente pero la película le es favorable al líder de la región. Estamos ante una economía más sustentable, con riesgo acotado de burbujas, con un norte claro en apostar desde hace quince años a un capitalismo maduro. Pero sería ingenuo pensar que el proceso de Brasil es de piloto automático. En muchas áreas, como la energética por ejemplo, ha sido clave y meritorio el planeamiento y la orientación a resultados. Brasil si se consolida, como escribió en su momento Stefan Zweig, puede ser el país del futuro.
Fuente: Brasil y Argentina. El juego de las diferencias y semejanzas